Los celos no son amor,
son lo más lejano al amor.
Los celos son posesión,
y nadie debe poseer a nadie,
no es sano,
no es de alguien cuerdo.
Nadie es de nadie,
ni hoy, ni nunca.
Cada uno debe poder tener la confianza
tanto en sí mismo, como en el otro
para que los celos no salgan a flote.
Los celos son enfermizos,
no son románticos,
no son lo más cercano al querer.
Nadie puede poseer el amor de nadie,
cada uno debería ser libre
de amar a quien le plazca y como le salga.
No hay una sola forma de amar,
no hay una sola forma de demostrar el amor.
Los celos envenenan el corazón,
lastiman el alma,
y corrompen la mente.
El amor tiene que ser libre,
tiene que nacer de uno,
no tiene que tener límites.
El amor no puede encerrarse en una caja,
ni puede apagarse.
El amor no necesita de la posesión,
de la obsesión,
y de la obstinación del corazón.
Hay que dejar de romantizar los celos,
y empezar a amar sin límites,
sin restricciones,
sin guardarnos lo que sentimos.
Porque si uno ama,
tiene que ser lo más real posible.